Hay veces en las que sólo puedes acceder a ciertas experiencias gracias a
las personas que conoces que pueden organizar ciertas reuniones que no están al
alcance de cualquiera. Esta fue una de estas ocasiones en las que una recién
creada amistad no ofreció a un nuevo de amigos una experiencia sublime en uno
de los Restaurantes Cinco Jotas.
Nuestro amigo nos reservó una sala privada en el local y se encargó
personalmente de seleccionar un menú de degustación y, junto a un sumiller, de
elegir los vinos adecuados. Debido a su relación con la cadena de restaurantes
también consiguió que un maestro jamonero estuviese disponible exclusivamente
para nosotros y nos hiciese el corte de un magnífico jamón 5Jotas. El sumiller,
como deferencia a nuestro anfitrión, fue presentándonos durante toda la cena la
selección de vinos de Bodegas Osborne que se habían elegido para cada plato,
aprovechando cada momento para llevar a cabo una explicación sobre cada uno de
ellos, su elaboración y sus características.
La velada empezó con unos platos del estupendo jamón 5Jotas que fueron
emplatados por el maestro jamonero. Ver a este profesional desplegar su arte se
podía comparar a la emoción de ver a de un primer bailarín en el escenario. La
foto que aquí añado no hace justicia al aroma que el jamón desprendía y al gran
sabor que inundó cada una de nuestras papilas gustativas una vez que se procedimos
a saborearlo. Algo realmente exquisito. La selección del sumiller para
acompañarlo fue Coquinero Fino-Amontillado de Osborne. Un vino con ligera
acidez que servía de perfecto contraste a la fuerza del jamón y que limpiaba la
boca.
Seguidamente unas croquetas caseras de jamón, de impecable elaboración con
un exterior crujiente y un interior cremoso.
Continuamos con una “Ensalada de espinacas con queso de cabra y salsa de
frutos rojos”. Buen equilibrio de sabores con el queso de cabra y la salsa y
buena mezcla de texturas con la cremosidad del queso y el crujiente del saco de
pasta brie.
En este momento se nos sirvió un oloroso 10RF-Medium de Osborne. Algo mas
complejo en sabores que el fino, contundente en sabor que se mantiene sin ser
pesado, con perfecto contraste entre la acidez y el dulzor.
Para terminar con los entrantes un “Drink gazpacho con gotas de aceite de
apio” acompañado con un pincho de queso fresco con remolacha. Fresco, suave y
de sabor bien equilibrado. Destacable por lo bien integrado de sus ingredientes.
Cambiamos de tercio en cuanto a bebidas se refiere, y dejamos los olorosos
para pasar a un Blanco: Gadir, Vino de la Tierra de Cádiz. Interesante
propuesta de las Bodegas Osborne con uvas Chardonnay y Palomino con un sutil
toque frutal, ligera acidez pero de gran frescura.
Empezamos ya con el primer plato “Crema de patata, pringá, huevo poché,
crujiente de jamón y trufa”. Un plato de contrastes: sabores fuertes e intensos
que aportaban la pringá y la trufa, y los sabores suaves del huevo y la crema
de patata. Con estos ingredientes cada bocado era una conjunción de sabores
diferentes dependiendo de los ingredientes que se eligiesen en cada pinchada. Excelente
creación digna de intentar recrearla en casa cuando tenga tiempo.
El plato de pescado fue “Merluza plancha sobre crema puerto y rama de
romero limonero” y aquí el acierto del cocinero fue conseguir el punto justo
del pescado. La ración del pescado estaba realmente jugosa y no hacía falta
ningún acompañamiento para tener un gran sabor en boca sólo con la Merluza. De
todas maneras la crema de puerro aportaba un ligero sabor que en ningún momento
apagaba el sabor del pescado sino que lo complementaba. En definitiva un plato
que demostraba el saber hacer del cocinero y su dominio de las bases de la
cocina.
Este plato fue acompañado por un vino que para mí fue uno de los descubrimientos
de la velada: Rosafino. Un rosado de aguja, fresco, ligeramente dulce y muy
divertido en boca. Vino que he de comprar para descubrírselo a todos mis
conocidos.
Pasamos luego a la carne: "Presa Ibérica con crema de champiñones y setas".
Único plato al que puedo poner pegas ya la carne nos llegó a la mesa
ligeramente fría. Una pena porque tenía gran sabor y seguro que con el punto
justo de temperatura la carne hubiese estado estupenda. Como veis en la foto iba
acompañada también de una tira de jamón crujiente que para mi gusto se quedó
demasiado hecha y se había quedado seca.
El vino seleccionado por el sumiller para acompañar fue un Viña Monty
Reserva 2005. Vino correcto con toques de frutas negras y que iba evolucionando
conforme se asentaba en la copa. Siento no poder calificar correctamente este
vino puesto que en este momento yo aún seguía deleitándome con el Rosado que
aún tenía en la mesa.
Entramos ya en el final de la velada y en los postres.
Para limpiar la boca se nos sirvió un coctel de diseño: "Coctel de cactus
con tequila". Yo soy gran aficionado a los cocteles y me encanta probar las mezclas
mas extrañas que pueda encontrar, con lo que me encantó ver que la propuesta se
salía de cualquier elaboración que hubiese visto en ningún otro sitio. Así que estaba
agradecido de probar por primera vez el cactus. Quitando ya la originalidad de
la propuesta, al final el cactus no tiene un sabor contundente sino muy suave con
lo que esta creación ha de competir con demasiados cocteles parecidos sin que
pueda distinguirse por un sabor espectacular.
El postre final nos fue presentado como “Choco-Chocolate” y era una
elaboración de tres chocolates (crema de chocolate blanco, natillas de
chocolate y mousse de chocolate con pepitas doradas de peta-zetas).
Elegante creación con distintos sabores del chocolate y sus texturas, y
divertido cada bocado de peta-zetas.
Esta parte final de la cena fue maridada con un Pedro Ximenez. Reconozco
que mis gustos en los olorosos se decantan por los tipo moscatel pero en este
caso, conforme lo iba probando, se me iba haciendo más agradable y al final estaba
encantado con la propuesta y su maridaje con los postres. En honor de lo cual
volveré a confiar en los PX y en concreto en este de Bodegas Osborne para darle
otra oportunidad.
La cena terminó con los cafés e infusiones, pero la agradable compañía, lo
fundamental que nos reunió a la mesa, continuó con sus distendidas y divertidas
conversaciones con lo que se puso el perfecto punto final a la velada.
Termino nuevamente agradeciendo en esta página al responsable de organizar
esta reunión, él ya sabe quién es con lo que no hace falta que le dé pública
notoriedad, que ha hecho posible un evento irrepetible que quedará grabado
gratamente en nuestra memoria.