sábado, 6 de noviembre de 2010

Rafa's

(Rosas, Gerona)

Hay muchas maneras de conocer un restaurante. Se puede comprar una de las numerosas guías gastronómicas con un gran listado de sitios que unos críticos elevan por encima de otros. Los amigos siempre te recomendarán el último lugar en el que han estado como el mas recóndito de los escondites que ellos acaban de descubrir cual piratas a la búsqueda de un tesoro. Y, como otra mas de las fuentes de las que te puedes surtir, está la televisión.
Desde que me enteré que algunos restaurantes salían recomendados en los programas de televisión sólo porque pagaban el consabido impuesto revolucionario para conseguir un reportaje, dejé de fiarme de cualquier referencia que se hiciese en la televisión a ningún restaurante.

Pero tan pronto me impongo una norma, también incluyo en su enunciado una cláusula que me permita sortearla en ciertos momentos.
Eso es lo que ocurrió cuando en el capitulo dedicado a Gerona de la serie gastronómica de la BBC “Spain on the road”, el equipo de rodaje dedicó unos minutos al restaurante Rafa’s de Rosas. Se veía un restaurante pequeño, regentado por una pareja encantadora en el que su atractivo estribaba en el mostrador de pescados y mariscos donde el comensal puede elegir el pescado fresco que se lo prepararán en el momento. Cierto que explicado así no parece gran cosa, pero visto en el reportaje infundía ese entrañable gusto de las cosas simples bien echas.

Así que cuando he tenido que organizar el fin de semana en Rosas para ir a comer a El Bulli, la parada por Rafa’s me ha parecido obligada.

Lo primero que hay que destacar del restaurante es su fachada, decorada con tallas de madera que en un principio nos desconcertó y nos hizo dudar de si era el sitio o un restaurante africano. Si bien la dirección era la correcta, C. Sant Sebastiá 56, el nombre que aparecía en la puerta incitaba a error: Rhoderosesrafa. Tuvimos que mirar por la cristalera para asegurarnos de que el sitio era el que íbamos buscando.
Rotulo del Restaurante
Exterior del Restaurante












Una vez dentro sólo 5 mesas, una vitrina con el género y una pequeña barra con la caja registradora. Afortunadamente había sido previsor y había reservado, ya que se tardó poco en llenarse el restaurante.

De la que entramos, el dueño y cocinero, se encontraba junto a una pareja de extranjeros ya sentados a la mesa, libro en mano, explicándoles que esa misma noche iría a cenar allí mismo el autor del libro, nada menos que Albert Adriá, hermano del famoso cocinero Ferrán Adria. Casualidades de la vida, justo la noche antes de que yo vaya a ir a disfrutar de mi reserva a su restaurante, estaría sentado al lado de su hermano.

Dejando ya de lado la anécdota de haber estado cenando al lado de Albert Adriá, paso a comentar la grandiosa cena.

La oferta para comenzar constaba de coquinas, almejas, navajas, gambas, langostinos, chopitos y una larga lista de opciones que ya no recuerdo. El cocinero nos indica que, excepto las navajas y las almejas que se las hace traer de Galicia, el resto es todo de la zona así que nos inclinamos por unas tallarinas, nombre que el da a las coquinas y que claro está, pedimos que nos clarifique para asegurar que no pedimos algo totalmente diferente a lo que esperamos. También añadimos a la comanda unas gambas y, como nos parece muy original cuando nos lo ofrece, unos chopitos con boletus.

Lo primero que nos llega son las tallarinas/coquinas. Es un plato sencillo, una vez que se abren al fuego están listas para servir, pero en este caso un toque de aceite por encima, mas el aroma que debe brotar del mismo fuego de la plancha, añade un toque sublime al plato. Nunca había mojado pan en un plato de coquinas, pero para todo hay una primera vez.

Las coquinas

Luego los chopitos con boletus y tiras de jamón. Unión de mar y montaña, originalidad sobre la mesa. Ninguno de los ingredientes sobresaliendo por encima del otro y todo dotado de un gran equilibrio que merece la pena probarlo.

Los chipirones con boletus cuando ya habíamos empezado....

Como último entrante unas gambas plancha. Un plato que puede parecer sencillo pero en el que un buen cocinero ha de demostrar su habilidad a la hora de dominar los puntos de cocción en la plancha así como su destreza para seleccionar los mejores productos, ya que han de presentarse tal cual en la mesa.

Tras todo eso llegó el momento de elegir el plato principal y la oferta que se nos proponía volvía a ser enorme: lubina, lenguado, rape, gallineta, negrita,…. Puesto que la intención era también seleccionar pescado de la zona, y más concretamente, alguno que no soliésemos encontrar en nuestro mercado, seleccionamos la gallineta.

Me acerqué al mostrador y ví a un ejemplar enorme, rosado y fresco. Afortunadamente sólo un lomo era para nosotros, de otra manera aún estaríamos allí intentando acabar la cena. Tras pasar por la plancha, y con un toque de aceite con ajos tostados, llegó a la mesa, con un aroma delicioso. Su sabor igualaba olor y hemos disfrutado de lo lindo con dicho pescado.


Antes...

Después...

De postre, también un variado surtido, la elección ha sido una tarta de chocolate con laminado de almendras que, de lo rica que estaba, nos ha dejado un momento intentando descubrir cómo la habían hecho para intentar emularla una vez lleguemos a casa.


La cena finalmente ha terminado y, con el estomago listo para explotar, nos hemos despedido de la encantadora pareja y nos hemos encaminado al hotel. Albert Adriá, y su familia, ya se habían ido. Como no soy de ir molestando a la gente pidiéndola autógrafos, no queda constancia de dicho eso mas que la veracidad de mi relato.

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